El código del samurái. Las siete virtudes del Bushido

El código del samurái, o Bushido es una serie de reglas morales que determina el comportamiento y los valores de los samuráis. Para ellos, este código era un estilo de vida.

El código del samurái, o Bushido

Bu-Shi-Do significa, literalmente, «guerrero-señor-camino», pero también es comúnmente traducido como «El camino del guerrero».

Los samuráis

El código del samurái no estaba escrito; tenía sus fundamentos en ciertas máximas que habían tomado forma a partir del pensamiento de grandes hombres. Los samuráis les daban la mayor de las importancias. Tanto es así que un samurái se quedaba sin honor si traicionaba este código, algo que para ellos era impensable. Solo podía recobrar el honor perdido practicando el seppuku (suicidio ritual).

Cuando en el Japón, como en Europa, el feudalismo fué formalmente inaugurado, la clase que tenía la guerra como profesión fué colocada naturalmente en un primer plano. Se les llamó samurái, que quiere decir caballero, knight, chevalier. Son aquellos cuya existencia en Aquitania es mencionada por Cesar, o los comitai, que, según Tácito, seguían en sus tiempos a los jefes germanos.

Bushido. El código del samurái. Inazo Nítobe.

La forja de un samurái

El primer rasgo que observa la educación y el entrenamiento de un samurai es el de forjar el carácter. Importantes facultades intelectuales, como la inteligencia, la dialéctica y la prudencia eran dejadas en un segundo plano.

… la palabra chi, empleada para designar la intelectualidad, quería decir en primer lugar sabiduría, y no concedía a las capacidades intelectuales más que un lugar muy secundario. El trípode que soportaba la estructura del Bushido fué llamado chi, yin y yu respectivamente. Sabiduría, bondad y valor respectivamente. Un samurái era, en esencia, un hombre de acción…

…incluso cuando dedicaba su tiempo a la cultura, no era la verdad objetiva la que buscaba en primer lugar. Ni el estudio de la literatura, ni el de la filosofía, sino que eran un método para la mejor exposición de un problema militar o político.

Bushido. El código del samurái. Inazo Nítobe.

El programa de estudios de un samurái estaba compuesto por las materias siguientes:

  • Esgrima.
  • Tiro con arco.
  • Jiujutsu (Jiu-jitsu).
  • Equitación.
  • Manejo de la lanza.
  • Táctica.
  • Caligrafía (la forma en la que la mano trazaba los símbolos era considerada una muestra del carácter).
  • Ética.
  • Literatura.
  • Historia.

Jiujutsu: Hoy conocido como jiu-jitsu, es un arte de combate sin armas. No se parece a ninguna modalidad de combate conocida. Consiste en aplicar el conocimiento de la anatomía en el ataque o en la defensa. No depende de la fuerza muscular y su objetivo no es matar, sino privar al adversario de la capacidad de moverse.

El carácter de un samurái

El estoicismo refleja a la perfección el carácter de un samurái. Esta palabra viene definida como:

  1. Concepción ética según la cual el bien no está en los objetos externos, sino en la sabiduría y dominio del alma, que permite liberarse de las pasiones y deseos que perturban la vida.
  2. Escuela filosófica griega y grecorromana fundada por Zenón de Citio en el siglo IV a. C. Esta escuela consideraba la filosofía dividida en tres partes: la lógica, la física y la ética.

Para un samurái, la calma y la paz del alma no debían ser turbadas por pasiones de ninguna clase. Además, para estos guerreros, el permitir que sus emociones se reflejen en su semblante era considerado una falta grave. «No dejes ver ningún signo de alegría ni de cólera», era su máxima.

Las siete virtudes del código del samurái

Los siete principios del código del samurái

Uno: Gi, o la justicia del código del samurái

Un reflejo directo y absoluto de la manera de ser de los samuráis era una justicia vital y existencial. No era un respeto por la justicia de los hombres o de los gobiernos. Era una creencia y contemplación plenas de la propia justicia interna, que emanaba de la comprensión y la aplicación de los siete principios del código del samurái. Aplicando estos, para un auténtico samurái solo existía lo correcto y lo incorrecto.

Nos encontramos frente al más poderoso precepto del código del samurái. Nada le repugna tanto como los procedimientos hipócritas y las empresas tortuosas. La rectitud es el hueso que les da la firmeza y los mantiene derechos.

Bushido. El código del samurái. Inazo Nítobe.

La justicia, el valor y el deber iban de la mano para estos guerreros. De hecho, en los últimos días del feudalismo, cuando una prolongada era de paz había llevado a la clase guerrera a una vida de ocio y, con ella, a toda clase de costumbres disipadas y diversiones, el epíteto «Ghisi», que significa «hombre de justicia o rectitud» era considerado como un título superior a cualquier otro.

Dos: Rei, o el respeto en el código del samurái

Los samuráis eran educados y corteses incluso con sus enemigos. No eran rudos ni hacían demostraciones innecesarias de fuerza. Esta cortesía, este respeto por las formas y las personas, era otro tipo de poder. Un samurái era respetado por su habilidad y fiereza en la batalla, pero también por su manera de tratar a los demás. Las formas y las normas de decoro social eran, para estos bushi, meras envolturas exteriores de una intensa disciplina espiritual.

Tres: Yu. El coraje de los samuráis

El código del samurái nos enseña que el coraje solo es digno de figurar entre las virtudes de los bushi si está al servicio de la justicia. También nos enseña que lanzarse a los brazos de la muerte en un acto de valentía absurda (la llamada por Shakespeare «bravura bastarda») no es bien vista ni aplaudida por los preceptos del bushido. Morir por una causa no digna es llamada una «muerte de perro».

Precipitarse en lo más duro de la batalla y hacerse matar es bastante fácil, y es una acción al alcance del más sencillo de los patanes.

Lo propio del verdadero valor es vivir cuando hace falta vivir y morir solo cuando hace falta morir.

Bushido. El código del samurái. Inazo Nítobe.

Los samuráis eran figuras sobresalientes. Temidos y respetados, vivían la vida con orgullo, de forma plena. Habían aprendido a domar sus miedos existenciales, dejando para los adversarios solo el respeto y la precaución.

El signo espiritual del valor se hace posible por la sangre fria y la tranquila presencia de espíritu. La ecuanimidad es el valor en reposo. Es una manifestación estática del valor, como los actos de audacia son la manifestación dinámica.

Un hombre verdaderamente valiente conserva siempre su ecuanimidad, no revela nunca su sorpresa, nada turba su igualdad de alma. En el calor del combate se mantiene frío. En medio de las catástrofes conserva el equilibrio de su espíritu. Los terremotos no le inmutan. Se rie de las tempestades. Es verdaderamente grande aquel que, bajo la amenaza de un gran peligro o la de la muerte guarda el dominio de sí, aquel que puede componer un poema en medio de un peligro o canturrear una canción frente a la muerte.

Bushido. El código del samurái. Inazo Nítobe.
Ilustración que representa el código del samurái

Cuatro: Meiyo. El honor de los samuráis.

Una de las principales características de los samuráis, que tenían en alta estima los deberes y los privilegios de su profesión, era su propio honor. Pero no usaban esta palabra, sino los términos na (nombre), memoku (comedimiento) y guai-bun (atención exterior). Todos estos conceptos vienen a definir la reputación, el «buen nombre». Esa parte inmortal de uno mismo era muy importante para estos bushi, y la cultivaban con esmero.

Para evitar el sentimiento de vergüenza y hacerse hombres de honor, los jóvenes samurái se sometían a toda clase de privaciones, soportaban las más severas pruebas y se sometían a sufrimientos físicos y morales. Les habían enseñado que el honor adquirido en la juventud crece con la edad, y se tomaban muy en serio el cultivarlo.

Cinco: Jin. La bondad y la compasión, presentes en el código del samurái

El samurái no era como el resto de los hombres. Era letal y su código le enseñaba a usar ese poder en bien de todos. Para ello contemplaba la compasión y prestaba su ayuda siempre que podía. Sin embargo, esta caridad debía estar sazonada con un poco de justicia y de rectitud, pues «La rectitud llevada en exceso se convierte en dureza y la bondad practicada sin medida degenera en debilidad».

Estas palabras producían un sonido que despertaban en nosotros algo noble, y no porque la piedad de un samurái fuese diferente a la de otra criatura humana, sino porque la ternura de la piedad de estos guerreros no era un simple reflejo de un instinto humano. Su piedad no era un simple estado de su sensibilidad, sino que estaba reforzada y respaldada por su capacidad de matar y de salvar.

Bushi no Nasaké, en «La ternura de un soldado».

Seis: Makoto, la honestidad de los samuráis

Sin veracidad y sinceridad (sin honestidad), la cortesía no es más que farsa y apariencia. Los samuráis le daban una importancia enorme a la sinceridad. Cuando un samurái decía que iba a hacer algo, era como si ya estuviera hecho. Nada en esta tierra lo detendría en la realización de esa tarea. Hoy en día, damos nuestra palabra, e incluso eso es algo que ha perdido el valor en el caso de la mayoría. Los samurái no lo hacían. Ellos se ponían en marcha para realizar aquello que se habían comprometido a hacer, pues decir y hacer eran lo mismo. Lo contrario era impensable.

Siete: Chuugi. El código del samurái defendía la lealtad

El samurái tenía un sentimiento de lealtad firmemente enraizado. Entendía que debía vivir y morir por una causa mayor: la de su líder o su facción. Pero el código del samurái no le exigía que convirtiese su conciencia en esclava de cualquier maestro o soberano.

Me arrojo a tus pies, temible soberano;

de mi vida puedes disponer, pero no de mi honor.

A mi deber debo el uno; pero con mi nombre sin tacha, para que viva, a pesar de la muerte, sobre mi tumba.

No lo tendrás para empeñarlo en deshonor.

Tomás Mowbray.
Fantástica imagen con la palabra Bushido sobreimpresa

Vamos terminando…

En este blog aparecen, de vez en cuando, estos textos antiguos que han transformado la historia de la humanidad. De hecho, ya he reseñado dos que se cuentan entre los más famosos de todos ellos:

También tengo en mi pila de lecturas pendientes la Ora Marítima de Rufo Festo Avieno La guerra de las Galias, de Julio Cesar. Si, del amigo Julio. Le tengo unas ganas muy especiales a ese.

Y sin más…

Un abrazo. Muchas gracias por leerme.

Sentid, vivid y no os rindáis nunca.

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