Los fenicios en España. Vamos a explicar con calma todo lo que, en un pasado muy remoto, aportó este pueblo a lo que hoy es nuestra nación.
Lo primero que se debe decir, en justicia de la verdad, es que los fenicios nunca se llamaron a sí mismo con ese nombre. Ellos se llamaban Chanani (Cananeos). Fueron los griegos los que los llamaron Phoinikes (Fenicios), a causa del famoso y extraordinario tinte púrpura con el que comerciaban.
Estos grandes navegantes dominaron los mares desde antes del tercer milenio aC. hasta el año 146 aC. Eran un pueblo de comerciantes extraordinariamente vinculado con el mar. Eran conocidos por su famoso tinte púrpura, tan raro y valioso en la antigüedad, por sus magníficos navíos y por su habilidad como marinos.

Aunque eran originarios de las tierras que hoy son El Líbano, su verdadera nación y sus verdaderos dominios eran el mar. El único mar. El mar que los latinos llamarían después, mucho después, Mare Nostrum.
El Mediterráneo era, en aquel momento, el centro del mundo. Las costas españolas formaban parte de ese mundo y eran sus límites occidentales. Los fenicios habían fundado algunas ciudades y poblaciones, en las que comerciaban con los íberos y, en las mas sureñas, con los habitantes del mítico reino de Tartessos.
Los fenicios no tenían trato directo con los celtas y los lusitanos por mar. Lo tendrían más tarde, cuando se embarcasen en la exploración del desconocido y terrorífico océano que había más allá de lo que hoy conocemos como el estrecho de Gibraltar.
Los amos del mar de la antigüedad: los fenicios, en España
Los fenicios dominaban el Mediterráneo. Sus colonias y factorías se distribuían por toda la ribera sur de este mar y por sus islas. Estas factorías eran pequeños puertos sin población permanente, que los fenicios usaban para almacenar mercancías, resguardarse y descansar de largas travesías.

Se cree que la colonia de Gadir, la actual Cadiz, fue una de las primeras colonias en fundarse. Incluso puede ser que fuese la primera. Según Veleyo Patérculo (Historia de Roma, libros I y II), fue fundada ochenta años después de la caída de Troya. Esto nos sitúa en las inmediaciones del año 1100 A.C.
Desde ahí, los fenicios fueron los primeros en atravesar el estrecho para penetrar en el Océano Atlántico.
Los fenicios dominaron el Mediterráneo durante siglos. Cuando los griegos surgieron como potencia, tuvieron que contentarse con admirarlos y con odiarlos. Sin embargo, la presión de los babilonios tanto sobre fenicios como sobre griegos acabó provocando el conflicto entre estas dos naciones.
Ambos pueblos se enfrentaron en la batalla de Alalia (537 A.C.), contienda de la que los fenicios salieron victoriosos a un alto precio. Sus bajas fueron tan dramáticas que frenaron su expansión colonial y pusieron un punto de inflexión a su dominio del Mediterráneo.
Ese fue el momento en el que el centro de poder fenicio se trasladó hasta Carthago, la actual Tunez, en el norte de África. Esta ciudad fue fundada en el siglo nueve A.C., momento a partir del cual podemos dejar de hablar de fenicios y empezar a hablar de cartagineses. Pero que esto no nos lleve a engaño. Son primos hermanos. Los famosos cartagineses de Aníbal Barca son los fenicios 2.0
Los fenicios en España (y en Portugal)
A los fenicios debemos nuestra escritura, que se basa en la suya. Les debemos también las artes de la cerámica y del torno. Y no podemos poner en duda que hicieron avanzar siglos nuestros conocimientos en los terrenos de la agricultura y la navegación. También aportaron nuevas técnicas y conocimientos acerca de la metalurgia del hierro, que ya había llegado a la península mediante las migraciones celtas del primer milenio A.C.
Si quieres saber más sobre este tema, puedes leer Celtas en España, otro post de este mismo blog.

Por lo que se sabe en la actualidad, los fenicios fueron el primer pueblo colonizador de la Península Ibérica. Esto no quiere decir que desembarcasen con sus ejércitos y subyugasen a los pueblos nativos, pues los fenicios eran comerciantes y exploradores. No eran, para nada, un imperio militarizado ni conquistador.
Lo más probable es que los fenicios se viesen atraídos por la enorme riqueza minera de la Península Ibérica. También mantenían buenas relaciones comerciales con el legendario reino de Tartessos. Además, les convenía enormemente controlar la puerta al Océano Atlántico.
Fundaron, pues, importantes ciudades y villas en las costas, en las que comerciaban con los pueblos de la península. Los restos arqueológicos más antiguos son los de Malaka (Málaga) y Gadir (Cádiz). No eran las únicas, aunque tal vez fuesen las más importantes.
Esa ciudad que los fenicios bautizaron como Gadir fue llamada Gadeira por los griegos. Los romanos la rebautizaron como Gades y en la actualidad la llamamos Cádiz. Estaba situada en la costa del Atlántico, muy cerca de los dominios de la mítica Tartessos, y era la última escala de los fenicios antes de aventurarse en ese océano que, para ellos, pertenecía a otro mundo.
Otras villas comerciales, ya en el Atlántico, son Abul (Alcacer do Sal) y Olissipo (Lisboa), aunque las escalas de las rutas comerciales fenicias llegaban hasta Galicia y tal vez hasta las Islas Británicas en el norte y las Canarias en el sur.

La fundación de Qart Hadash (Nueva Cártago, la actual Cartagena) fue muy posterior, cuando los fenicios eran llamados ya cartagineses y estaban en guerra con Roma.
La búsqueda del estaño, las míticas Casitérides
El estaño era un metal muy codiciado durante la Edad del Bronce. Con él, en aleación con el cobre, se obtiene el bronce. Era un metal muy poco abundante en el Mediterráneo, pero sí que era común en la costa atlántica, en sitios como Galicia, la Bretaña francesa incluso en las lejanas Islas Británicas.
A pesar de que ya existía una ruta comercial terrestre que conectaba estas minas con el Mediterráneo, los fenicios crearon otra que salía del estrecho de Gibraltar, que ellos llamaban Columnas de Melkart, y bordeaba la Costa Atlántica, en busca de este recurso. Por supuesto, no tenían ninguna intención de revelar la localización exacta del origen del estaño a sus competidores. Estrabón nos lo demuestra, al haber escrito en su célebre Geographia lo siguiente:
…antes, sólo los fenicios de Gades hicieron este comercio, escondiendo a todos su ruta, y cuando los romanos persiguieron a uno de estos navegantes para conocer aquellos mercados, éste por celo hizo encallar su barco en los bajos y arrastró a la misma ruina a los que le perseguían…
Como consecuencia directa de este hecho surgió el mito y la leyenda de las Casitérides, un legendario e inexistente archipiélago situado en las costas de Galicia.
Esta situación es quimérica, desde luego, pero es muy posible que las “Cassiterides” fuesen un conjunto de localizaciones diferentes y que las Islas Cies formasen parte de ellas. Muchos investigadores, ya desde época romana, así lo creen.
Las Islas Cies
Las Islas Cieas son tres islas preciosas situadas enfrente de la ciudad en la que vivo. En una de ellas existía en la antigüedad una mina de estaño y dos castros celtas. Sus habitantes comerciaban, sin duda alguna, con aquellos que llegasen por mar. Si esto despierta vuestra curiosidad, dejadme un comentario un poco más abajo y crearé un post exclusivamente de este tema, que me parece muy interesante.

Los fenicios ya conocían esta ruta comercial, al menos hasta algunos puntos del norte de Portugal y de Galicia, en los que se ha comprobado la presencia de este pueblo. Este es el caso del castro de Santa Olalia o Eulália (Coimbra, Portugal) o el Castro de la Punta de Moiño do Vento, que está en Vigo, esta bella ciudad en la que os he mencionado que vivo.
Aquí, en mi ciudad, hacían escala los fenicios. Lo sabemos a causa de los restos encontrados en otro castro que hay en Vigo. Sí, en mi ciudad, a parte de islas paradisíacas, tenemos varios castros celtas.
Este segundo castro, cercano y mucho más grande, está situado en un monte que hoy es llamado Monte do Castro. En él se han hallado los objetos con los que los fenicios comerciaban con los habitantes del castro.
Los galaicos
Estos castreños galaicos tenían una interesante herencia. Descendían de los celtas que llegaron con las migraciones indoeuropeas y también de las gentes que llevaban habitando esas tierras desde una época que se pierde en la nieblas del tiempo. Si lo quieres saber todo sobre ellos, he creado dos posts en los que analizo a este pueblo en profundidad:
Un último dato. Todo esto que os he contado en los últimos párrafos cobra vida en mi primera novela, La hija de la Ayalga, que publicaré a principios del 2023.
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