Galaicos: la cultura castreña del noroeste

Galaicos, así es como denominaban los romanos a los pueblos que habitaban en la antiguedad el noroeste de la Península Ibérica. También se les ha llamado el pueblo castreño, o castrexo, a causa de su cultura, tan vinculada con los castros, siendo este uno de los rasgos que los vincula los otros pueblos celtas del arco atlántico.

Galaicos dibujados por Victor Rivas.
Guerrero galaico. Fantástico dibujo de Victor Rivas

Siempre ha existido una visión muy reduccionista del pueblo galaico. La historiografía arqueológica tradicional siempre los ha simplificado y menospreciado, pintándolos como poco más que trogloditas, vinculados única y exclusivamente a la esfera de influencia del mundo atlántico.

Ellos, mis antepasados, eran retratados como sociedades atrasadas que se mantuvieron en un estado de salvajismo hasta que el Imperio Romano les trajo la luz de la civilización y los transformó en una una de sus orgullosas provincias.

Nada más lejos de la realidad

En serio. Hay que empezar a espabilar. Mucha gente de mi tierra no se da cuenta de la riqueza de su herencia. ¡Una riqueza enorme! Es un legado cuyo valor está por encima de toda duda y calificación.

Por mi parte, como gallego y como humilde divulgador de lo que he podido aprender de gente más sabia que yo, voy a poner mi granito de arena. Voy a levantar mi caetra y a desenfundar mi espada de antenas para defender nuestro legado. Porque es nuestro. Siempre lo hemos defendido porque siempre lo han atacado. Y aquí estamos. Seguimos en pié.

¿Eran celtas los galaicos?

A cierto nivel, el concepto de celtas es una creencia, aunque sea una creencia brumosamente comprendida, que reúne por un lado un sentimiento de consciencia, y por otro lado un sentimiento de herencia. Los arqueólogos que quieran reconstruir esa consciencia por razones puramente académicas deberían reflexionar sobre que, a lo largo del tiempo, lo que los seres humanos han tenido que definir es fundamentalmente su identidad.

The celts, a very short introduction. Barry Cunliffe.

Yo entiendo que pueden considerarse celtas aquellos pueblos con una herencia celta, refiriéndome con esto a que tengan antepasados celtas y que mantengan una identidad celta. Esta identidad celta, para entenderla mejor, sería algo así como una «manera de ser» heredera de la de sus antepasados. Ah, y también es importante estar orgullososos de todo esto.

En Galicia tenemos lo primero, pues está histórica, genética y arqueológicamente comprobado que muchos pueblos que poblaron el territorio galaico se llamaban a sí mismo celtas, hablaban dialectos célticos, tenían divinidades de origen celta y fueron identificados por los clásicos como celtas.

Mapa de las zonas que los celtas poblaron en Europa.

También tenemos lo segundo, pues la identidad celta de Galicia es evidente y es famosa. Podemos asimismo fijarnos en los paralelismos y similitudes con la más celta de las naciones celtas, Irlanda, con quienes compartimos sangre, como han demostrado las investigaciones genéticas.

En cuanto a lo último, a lo de estar orgullosos, una magnífica conferencia de Gonzalo Ruiz Zapatero llamada Los pueblos celtas de la Península Ibérica me hizo comprender la realidad. En ella, este doctorado en historia y catedrático de la Universidad Complutense de Madrid me reveló que, desde hace por lo menos trescientos años, el tema de los celtas ha oscilado entre dos claras tendencias a las que podríamos llamar:

  • La celtofilia: El amor, el cariño y la admiración por todo lo céltico.
  • La celtofobia: La manía, el odio y la negación a introducir la categoría celta en cualquier registro de carácter arqueológico.

No voy a extenderme en este asunto porque, tarde o temprano, voy a reunir todo mi valor, a ponerme mi torque y mis brazaletes, a cubrirme con mi sago y a empuñar mi espada de antenas y mi caetra para así acometer la creación de un post sobre LOS CELTAS. Deseadme mucha suerte. La necesito.

¿Perdón, cual era la pregunta? Ah, si, los galaicos, esos individuos provenientes de un pueblo celta que invadió a otro pueblo protocelta. Sí, podríamos decir, sin ningún tipo de duda ya, que eran celtas.

Antes de seguir, me gustaría avisarte del esquema que va a seguir este artículo. Lo disfrutarás mucho más si sabes por dónde van los tiros. Esto va a ser un recorrido cronológico. Va a ser un paseo por la historia de los galaicos, desde sus precursores hasta la caída del Imperio Romano de Occidente. Cada vez que llegue a un elemento reelevante de la época de la que esté hablando, me detendré y analizaré ese elemento en particular.

Galaicos desde la antigüedad

Los dos mares que bañan estas bellas tierras, llenas de rías, acantilados y playas paradisíacas, han sido desde antiguo una fuente de comunicación entre los pueblos de sus costas.

Los galaicos han estado en constante comunicación con otros pueblos desde el Megalítico, gracias al mar.
El mar es la clave de nuestra historia.

De hecho, el mar se convirtió en una fuente de contactos ya durante el Megalítico. Antes de la edad de los metales, los pueblos de la Europa Atlántica fueron los primeros en construir grandes monumentos destinados a perdurar en el tiempo.

En las tierras de los galaicos, las primeras tumbas megalíticas aparecen alrededor del 4500 aC. y consisten en cámaras funerarias construidas con enormes losas de piedra. En estas tierras las llamamos mámoas, pero es más probable que las conozcáis con el nombre de dólmenes.

Los dólmenes

El gran número de dólmenes es señal de que la población de los galicos estaba compuesta de pequeñas comunidades pacíficas y bastante dispersas por todo el territorio. Eran una sociedad igualitaria que hacía uso de una ganadería y de una agricultura muy primitivas.

Dolmen construido por los galaicos

Destaca mucho en una sociedad tan sencilla, tan humilde y tan dispersa esa enorme habilidad arquitectónica. También lo hacen su capacidad de abstracción y el enorme sentido de la trascendencia que demuestran las mámoas.

Los grabados encontrados en ellas revelan una mitología centrada en la fecundidad y en la muerte. Esta identidad cultural no desaparecerá en años posteriores si no que seguirá presente en la inmensa cantidad y riqueza de los petroglifos y litografías que esta gente realizó al aire libre y que convierte a las Rias Baixas gallegas en el principal foco de arte rupestre atlántico.

Oestrímnios y serpes, los antepasados de los galaicos

La llegada de los primeros grupos protoceltas (cultura del vaso campaniforme) marcó el final de la cultura megalítica. Estos pueblos, a veces llamadas oestrimnios a causa de un poema de Rufo Festo Avieno, eran pueblos protoceltas emparentado con los ligures, un famoso colectivo del período megalítico que sería conquistadas posteriormente por los celtas sefes o serpes

Rufo Festo Avieno, el poeta y geógrafo romano del siglo IV antes de nuestra era, menciona las siguientes líneas en su famosa Ora Marítima:

Al principio se la denominó Oestrimnis, y los habitantes de estos lugares y campos eran los oestrímnicos; posteriormente una plaga de serpientes puso en fuga a sus habitantes y logró que esta tierra quedara despojada hasta de su propio nombre.​

La expulsión de los Oestrimni, Ora Marítima. Rufo Festo Avieno.

Estas líneas no tienen valor arqueológico o histórico, pero no deja de ser interesante que menciona que las costas gallegas estaba habitada por los Oestrimni, un pueblo que había vivido allí durante mucho tiempo, y cuyas gentes sufrieron una invasión de serpientes. Volviendo a la realidad histórica, los celtas sefes tenían como animal totémico a la serpiente. He aquí a las serpientes de Rufo Festo Avieno.

Parece ser que, en su emigración, estos sefes encontraron ya el noroeste peninsular bastante poblado (Estrabón habla de unas 50 tribus, mientras que Plinio el Viejo dice que eran más de 65). Sin embargo los sefes mantuvieron una buena convivencia con estos oestrímnios autóctonos y se adaptaron bien a ellos, probablemente gracias a su base celta común.

La población autóctona siguió conservando su destacada personalidad linguística y cultural de origen protocéltico, aunque asimilando aspectos culturales de los sefes. De hecho, se produjo un verdadero trueque de costumbres y conocimientos. Y se hicieron un montón de petroglifos, por todos lados, a lo largo y ancho de las tierras que después serían la Gallaecia.

Foto de petroglifos galaicos.
Los petroglifos que los galaicos grababan en la piedra consistían, en muchos casos, en laberintos y en serpientes.

Petroglifos: triskeles, laberintos y serpientes

Estos petroglifos son una señal de identidad común para estos primitivos galaicos y se caracterizan por una temática abstracta, naturista, zoomorfa y geométrica, con abundancia de líneas curvas y espirales. Aunque son los elementos naturistas los que diferencian la litografía prehistoríca galaica del resto de sus equivalentes europeos, son los motivos abstractos – trisqueles, laberintos y tramas geométicas – los que consolidan la identidad de la cultura castrexa. 

Como una interesante nota al margen, nótese que la presencia de multitud de serpientes en estos grabados parece apuntar a los celtas sefes o serpes, de los que acabamos de hablar.

Llegado este punto estamos inmersos, ahora sí, en la cultura castreña, castrexa o de los castros. 

Sabemos, gracias a lo escrito en el Leabhar Ghabhála Érenn y a las crónicas de los historiadores y geógrafos griegos y romanos, que se tratababa de una sociedad matriarcal, con figuras de gran poder religioso y una aristocracia guerrera. Es un momento histórico en el que se produce un rápido aumento de la población y también un aumento de la minería, incluida la extracción de oro, muy abundante en las tierras de los galaicos, cómo más adelante comprobarían los romanos.

Los integrantes de la cultura castreña utilizaron este oro para crear valiosísimas joyas que les prestigiaron y que fueron objeto de exportación, como demuestran los hayazgos de estas piezas en todo tipo de lugares desde el sur penínsular hasta el centro y el sur de Europa. 

Foto del tesoro de Caldas de Rey. Los galaicos tenían acceso a mucho oro y lo usaron para hacer joyas.
El tesoro de Caldas de Reis

Entrando en la Edad del Bronce

La metalurgia surgió en torno al 2500 aC, y supuso toda una revolución. Las nuevas herramientas de bronce sustituyeron a los útiles de piedra. Además, estos útiles fueron objeto de trueque a lo largo de las costas atlánticas. Eso derivó en un intenso tráfico marítimo que unió la Cornisa Cantábrica con todo el arco atlántico, un arco atlántico muy activo en el que las zonas que ahora son Irlanda, Gales, Bretaña, Galicia y Asturias se enriquecían con un continuo intercambio comercial y cultural.

Este intercambio se realizaban en curraghs, embarcaciones creadas con mimbre y revestidas de pieles impermeabilizadas con sebo.

Los galaicos se echaban a la mar en unas embarcaciones llamadas curraghs.

Y es que el curtido de pieles era una actividad muy importante para estos galaicos. Con ellas no solamente elaboraban sus embarcaciones, sinó también todo tipo de accesorios del vestido, correajes y calzado. También la ganadería cobra una mayor importancia y comienza a proporcionar a los galaicos leche, carne, pieles y lana.

Durante esta época, los asentamientos pasan de ser meros nucleos familiares a transformarse en aldeas y poblados estables que, más tarde, se transformarán en nuestros queridos castros. Las viviendas aún no eran de piedra. Estaban construidas con barro sobre una armazón de mimbre, todos ellos materiales perecederos.

En la costa, estos castros son construidos aprovechando lugares estratégicos, cómo penínsulas, que les proporcionan buenas posiciones defensivas naturales. Todavía estamos hablando de poblados de pequeñas dimensiones, habitados por unas pocas familias.

Su ubicación les proporciona el acceso a la gran variedad de productos que ofrece el mar y viven principalmente de la pesca y el marisqueo. Los cultivos de huerta, la ganadería y la recolección de frutos silvestres complementan la alimentación de estas gentes.

La espiritualidad de los galaicos; su comunión con la naturaleza

La espiritualidad de estas sociedades de la edad del bronce estaba completamente asociada a la naturaleza. Sus dioses y las criaturas fantásticas de sus mitologías se asociaban con fenómenos de la naturaleza, con montañas, con rios, con fuentes y con bosques. Los individuos que lideraban esa espiritualidad, da igual el nombre que les demos (chamanes, curanderos o incluso sabios de los árboles), tenían su templo en los bosques. Muchas de sus prácticas han llegado hasta nuestros días, fosilizadas en el folclore popular.

Los galaicos divinizaban todos los aspectos y elementos de la naturaleza.
Xanas, trasnos, mouras y otros espíritus son entidades míticas que hunden sus raices en esta época remota.

Galaicos en el Bronce finál

El mar se volvió aún más importante durante este período, pues los galaicos de finales del bronce comenzaron a recibir visitas de otros pueblos, de pueblos mediterráneos. Y es que, a finales de la Edad del Bronce, los fenicios llegan para quedarse.

De hecho, se han descubierto en las costas gallegas representaciónes de embarcaciones mediterráneas en grabados rupestres datadas a finales del segundo milenio antes de nuestra era. Són una prueba más de este hecho, aunque las evidencias arqueológicas en sí mismas ya son aplastantes.

El pueblo navegante y comerciante de la antigüedad por excelencia fundó emporios comerciales en todo el mediterraneo y llegó hasta las tierras de los galaicos en busca del preciado, demandado y necesario estaño. En el Mediterráneo no había estaño. Aquí sí.

Los fenicios comerciaron con los galaicos y los demás pueblos atlánticos durante centurias hasta la caida de Cartago en el siglo II aC., y, sí quieres saberlo todo sobre su identidad y presencia en la Península Ibérica, te recomiendo que leas este artículo:

Los fenicios en la Península Ibérica.

La vida de los galaicos

Durante la etapa final de la Edad de Bronce, se comienzan a fabricar las famosas viviendas castreñas de piedra que todos conocemos. Los castros siguen siendo, hasta el final de esta etapa, asentamientos de pequeña extensión y abiertos, sin murallas. También es, durante esta etapa, cuando empiezan a aparecer pequeñas desigualdades sociales.

Los galaicos vivían en viviendas castreñas de piedra durante la Edad del Hierro
Vivienda castreña del Bronce Final o de la Edad de Hierro

En los castros costeros, los galaicos seguían practicando el marisqueo. También consumían percebes, mejillones, lapas y caracoles marinos. Para pescar utilizaban redes y anzuelos de cobre y bronce. El pulpo lo deshidrataban para su conservación y los pescados azules los secaban después de ahumados. Todo esto nos lo dicen los «concheiros» de los castros y los valiosos hayazgos arqueológicos hallados en ellos.

La actividad textil en los castros estaba a cargo de las mujeres. El hallazgo de numerosos husos y pesas de telar revelan que la confección de tejidos era de gran importancia para estas comunidades. El lino y la lana eran los materiales más comúnmente utilizados. Telares compuestos y de placas, ruecas y sarillos permitieron perfeccionar la hiladura y el tejido.

Los galaicos practicaban diseños decorativos geometricos con un predominio de la linea curva. Se cree que la presencia de estos símbolos en las viviendas buscaban la ostentación, para denotar prestigio social entre los moradores de estos hogares.

Los ritos funerarios son un tema a parte. Continúan siendo un misterio, pues apenas han dejado huella en los registros arqueologicos.

Galaicos en la edad del hierro

Historiadores como Estrabón o Plinio el Viejo describieron a los galaicos como bárbaros que se pasan el día peleando y la noche comiendo, bebiendo y danzando bajo la luna. Estos cronistas, que describían una sociedad matriarcal y democrática, no estaban siendo imparciales, pues en muchas ocasiones estaban demonizando a un enemigo que su nación pretendía conquistar.

Estos clásicos hablaban de líderes guerreros que gobernaban su castro y a la gente que vivía en él como a un clan, pues los vínculos de los galaicos eran más grupales que familiares. Estos individuos destacados estaban casi siempre apoyados por una especie de sabio o sacerdote (con un rol similar al de los druidas de otras naciones celtas).

Las chicas galaicas son guerreras

Parece ser que la sociedad galaica podría haber tenido tintes igualitarios, incluyendo mujeres guerreras de manera similar a como sucedía con los lusitanos y con los vetones. Apiano, historiador romano de origen griego, apoya esta idea diciendo lo siguiente:

Entre los brácaros, las mujeres combatían junto a los hombres, nunca volviéndose, nunca mostrando la espalda o dejando escapar un grito.

Apiano.
Guerrera galaica. Fantástico dibujo de Victor Rivas
Guerrera galaica. Fantástico dibujo de Victor Rivas

Este es un tema abierto a discusión, pues los griegos y los romanos, sociedades en extremo machistas, exageraban aquellos rasgos que más les llamaban la atención del papel de la mujer en la sociedad de los galaicos. Como prueba de esto último, aquí tenemos una cita de Diógenes que, muy probablemente, sea un buen ejemplo de una de estas exageraciones.

En la tierra de los ártabros, las mujeres hacen la guerra y los hombres guardan la casa y se ocupan de las labores femeninas.

Antonio Diógenes, xxx, hablando de los ártabros, una tribu galaica.

Lo cierto es que las características de este matriarcado son objeto de un duro debate. Para probar y dar solidez a todo lo hasta ahora expuesto, tenemos autores que parecen ver las cosas de una manera completamente distinta. Por ejémplo, Silio Itálico sostiene una opinión totalmente opuesta a la de Apiano y, sobre todo, a la de Diógenes.

Cualquier ocupación que no tenga que ver con la dura profesión de Marte la esposa galaica la afronta incansansable.

Silio Itálico Diógenes.

Los castros se fortifican

Los castros de principios de la Edad del Hierro estaban situados en lugares preeminentes del paisaje, desde donde podían dominar las tierras de cultivo que los rodeaban. Estaban compuestos por viviendas castrexas de piedra y, por primera vez, defendidos por murallas.

A lo largo y ancho de Europa, todos los poblados de altura se rodean de defensas y murallas. El detonante es la caída de importantes civilizaciones, lo que provoca una terrible crisis comercial. Por toda Europa se vive una época de mayor actividad bélica.

Foto de una vivienda castreña. En ellas vivían los galicos.
Los galaicos vivían en viviendas iguales a esta.

Como hemos dicho, los castros se amurallan, convirtiendose en pequeñas fortalezas, mientras que un significativo aumento de la población multiplica su número por el territorio. Los asentamientos de nueva formación se construyen en las tierras bajas. Tras todo esto, una pregunta se comienza a formar en nuestra mente. Sus castros se veían impresionantes, pero, ¿que pinta tenían los galaicos?

¿Cómo vestían los galaicos?

Las vestimentas de hombres y mujeres no eran demasiado diferentes. Ellos podían llevar una camisa larga ceñida a la cintura con un cinturón. Esta camisa acababa casi en las rodillas, donde distintos diseños y líneas, probablemente de diversos colores formaban un estampado. Esto no es ninguna suposición o fantasía, pues aparece claramente representado en las estatuas de guerreros galaicos que se han encontrado.

Galaicos en su vida diaria.

También usaban el sago, o sagum, una capa de lana impermeabilizada con grasa que también utilizaban otros pueblos, como cántabros y astures. Aunque este es un tema muy debatido (por culpa de algunas de las menciones de las fuentes clásicas), el hallazgo en los yacimientos arqueológicos de multitud de las fíbulas que servían para sujetar estas capas lo demuestra por completo. Es de sentido común. En el norte todos los hombres debían llevar estas capas porque si no, sencillamente, se morirían de frío.

Esto último lo comprobó Roma por las malas. En muchas campañas militares que realizaron en el norte de lo que ellos llamaban Hispania, una vez vencidos y pacificados los norteños, se les reclamaban enormes cantidades de estos sagum como tributo. Roma había comprobado que, sin ellos, los legionarios se morían de frío.

Es digno de mención que en algunas tribus galaicas los hombres también usaban falda, costumbre que se mantuvo en algunas zonas de Galicia hasta los siglos XVIII-XIX. Esta falda era similar al kilt de los escoceses, pero no tenía ese diseño de líneas horizontales que forman cuadrados (denominados tartanes).

Hombres y mujeres calzaban abarcas de madera y también una especie de botas de cuero sujetas a la espinilla con cordones. El traje de la mujer no era diferente del del hombre, excepto en el detalle de que su falda era mucho más larga. Al contrario de lo que sucede hoy en día, enseñaban las piernas ellos, mientras que ellas no.

Galaicos haciendo sus cosas en un día completamente normal.

Galaicos tras la llegada de Roma

Roma se estableció en la península, pero tardó muchísimo tiempo en conquistar las tierras de los galaicos. En aquellos momentos, los romanos solamente controlaban la costa mediterránea. La inmensa mayoría del territorio peninsular seguía en poder de los pueblos autóctonos. Estos eran nuestros galaicos, pero también los lusitanos, los vettones, los astures, los cántabros, los austrigones, los vascones, los ilergetes, los vaceos, los arévacos, los celtíberos, los carpetanos, los oretanos, los bastitanos, los célticos, los turdetanos, los bástulos y los túrdulos.

Puede que ahora parezca un trabajo ingente y, sin duda, es un objetivo de lejana consecución, pero os aseguro que todos y cada uno de estos pueblos van a tener un post en este blog. Mis antepasados galaicos son, sencillamente, los primeros en conseguirlo.

Entre los años 218 a. C. y 205 a. C. los cartagineses fueron definitivamente expulsados de la península. En ese momento, Roma dividíó lo poco que dominaba de la Península Ibérica en Citerior (cercana), al norte y este, y la Ulterior (lejana), al sur y al oeste peninsular. El gobierno de la última pasaría a ser ejercido desde Corduba (la actual Córdoba).

Primera división de Hispania en dos provincias: Citerior y Ulterior.
Primera división de Hispania en dos provincias: Citerior y Ulterior.

La romanización no fue sencilla. La cohesión social y territorial de los galaicos mostró una extraordinaria resistencia a la invasión, que se prolongó durante más de un siglo. Durante este tiempo, Roma conquistaría la mayor parte de Hispania.

La península estaba en guerra

Y, como respuesta, los castros perfeccionaron su aparato defensivo con una sucesión de fosos y parapetos que rodeaban la muralla. También se reforzaron las defensas en las puertas de acceso con muros y torreones que las flanquean. Los herreros, los forjadores, también cobran un papel muy importante. La guerra les hace valiosos y les otorga un estatus especial.

Diversos historiadores relatan como la cohesión social y territorial de los galaicos opuso una extraordinaria resistencia a la dominación romana. Orosio nos narra cómo en el año 137 a. C., el Praetor Décimo Junio Bruto puso en marcha una campaña de castigo contra los galaicos a causa de sus continuas incursiones de saqueo en la Lusitania dominada por Roma.

Esta campañ lo convirtió en un héroe de Roma y le valió el sobrenombre de Gallaicus (El Galaico). En ella se enfrentó con 60 000 galaicos en el río Duero y salió victorioso. En ese mismo año, las legiones romanas llegaron al río Limia, que fue identificado por los legionarios cómo el río Lethes de su mitología, un río que hacía perder la memoria si intentabas cruzarlo.

Los soldados romanos solamente accedieron a cruzar el rio después de que lo hiciese su praetor. Este, desde la otra orilla, llamó a cada legionario por su nombre para demostrar que no había perdido la memoria.

Julio César, César Augusto y la pax romana

El avance de Roma hacia el norte se detendría al año siguiente al llegar al río Miño, donde los galaicos lograron rechazar a las legiones y provocar su repliegue hacia el sur. Eso no fué todo, pues consiguieron que las expediciones romanas no lograsen conquistar ni un metro de territorio galaico a lo largo de los siguientes cien años.

Pero nada dura para siempre, y el mismísimo Julio César, recién nombrado propraetor de la Hispania Ulterior, llegaría para cambiar las cosas. Retoma la invasión romana dirigiendo en persona una incursión marítima que llegó hasta Brigantium, actual ciudad de A Coruña. Pero eso no fué suficiente para subyugar a los galaicos, que se hicieron fuertes en el interior. Roma no los conquistaría por completo hasta la campaña de César Augusto, entre los años 39 al 24 a. C.

Tras lograrlo se declara, en el año 23 a. C., la Pax Romana, si bien la resistencia proseguiría en las áreas fronterizas astures y cántabras hasta el 19 a. C. La Hispania de los romanos está completamente conquistada y es dividida en tres provincias, llamadas Baetica, Lusitania y Tarraconensis.

División provincial de Augusto. Hispania queda dividida en tres provincias: Tarraconensis, Baetica y Lusitania.
División provincial de Augusto.

Entre los años 64 y 70, Vespasiano convierte en pueblo romano a 451 000 galaicos. Comienza entonces una fructífera romanización que se prolongaría durante los siguientes cuatro siglos. Durante este proceso, los castros se transforman en villae y la población pasa a tener acceso a nuevas tecnologías, como la arquitectura, la agricultura basada en el arado o la minería.

Cuando, tras finalizar las Guerras Cántabras, el norte fué finalmente sometido, la Gallaecia estaba dividida en dos partes: el conventus Lucensis y el conventus Bracarensis, con sus respectivas capitales en Lucus Augusti (la actual Lugo) y Bracara Augusta (la actual Braga).

En el año 214 , a los dos conventos galaicos se le añadió un tercero, el Asturicensis, con capital en Asturica Augusta (la actual Astorga). Estas tres divisiones territoriales quedarían, tras la reforma de Diocleciano del año 298, unificadas bajo una única provincia segregada de la Tarraconensis: la Gallaecia. A mediados del siglo IV, la Gallaecia vería de nuevo incrementado su territorio con un nuevo convento, el Cluniacensis, con capital en Clunia Sulpicia. Así pues, fue durante esta época cuando la Gallaecia alcanzó sus máximas fronteras, llegando por el oriente hasta las fuentes del río Ebro.

La Provincia romana de Gallaecia bajo Diocleciano.
La Provincia romana de Gallaecia bajo Diocleciano.

La cohesión social y territorial de los galaicos dentro de su territorio se haría patente durante toda la romanización.

En los poblados de esta época hacen su aparición los trazados rectilíneos y las construcciones de planta cuadrangular, que aprovechan mucho mejor el espacio, adosandose unas a otras. Las viviendas tenían puertas, resguardadas por machones y tejados a dos aguas. Hay calles empedradas, aljives y canalizaciones. Se cree que estos poblados se encaminaban a la formación de ciudades estado.

El urbanismo castreño alcanzó un gran desarrollo en el area meridional, desde las Rías Baixas hasta el rio Duero. Aquí surgieron los grandes poblados denominados citanias, como la de briteiros. Eran protociudades que agrupaban una gran población. En esta mísma época se construyen las famosas saunas castreñas, en las que los galaicos tomaban baños de vapor y luego de agua fria (según nos explica Estrabón).

Otra importante aportación romana sería la creación de una red de puentes y calzadas empedradas que formaban una red viaria, algo nunca antes visto en estas tierras. Esta red, utilizada para los desplazamientos de tropas y el transporte de mercancías, contribuiría a definir la posterior división territorial de la Gallaecia. A lo largo de estas vías había mansiones y estaciones de descanso para las tropas, que fueron el origen de numerosas villas que han llegado hasta nuestros días.

División provincial de Diocleciano en 298.
División provincial de Diocleciano en 298

El fin de la Gallaecia. Los galaicos pasan a la leyenda.

A comienzos del siglo V, la Gallaecia fue ocupada por los suevos y los alanos. Estos pueblos forjaron pactos con el debilitado Imperio Romano, creando reinos dentro de sus fronteras. Los suevos reclamaron la parte occidental de la Gallaecia, mientras que los alanos se quedaron con la oriental.

Los alanos derrotaron a los suevos en los montes Nervasos, en la actual provincia de León. Con ello, la Gallaecia de los romanos llegó a su fin. El nuevo reino suevo que la sustituye está compuesto por la Galicia actual, por el norte de Portugal y por el extremo occidental de León.

Los guerreros galaicos

He estado cuatro semanas trabajando en este post. Durante su construcción, se volvió desproporcionado y lo tuve que «mutilar». Tuve que dejar fuera todo lo relacionado con los guerreros galaicos y con sus dioses. En el caso de los dioses, iré publicando posts independientes sobre cada uno de ellos. De momento, puedo ofrecerte el del importantísimo Lug. Aquí lo tienes:

Lugus, el brillante, dios de las mil artes

En cuanto a los guerreros galaicos, tienen su propio post, uno amplio y muy completo:

Guerreros galaicos, esos valientes castreños

Si realmente te interesan los galaicos

Si realmente quieres informarte sobre los galaicos y sus tierras, te recomiendo el documental El legado celta de galicia. Aquí lo tienes.

Está muy bien hecho, muy bien estructurado y es muy entretenido. Se acerca a los galaicos desde el ángulo de su identidad celta y castreña, pero que esto no se de a equivocación. Trata todo el tiempo de los galaicos.

Y, si eres más ambicioso y vas completamente en serio, aquí te dejo mi principal fuente de documentación: la magnífica conferencia de Gonzalo Ruiz Zapatero llamada Los pueblos celtas de la Península Ibérica:

Continuará…

No hemos hecho más que empezar. Los galaicos no son más que uno de los pueblos prerromanos de la península ibérica. Son el segundo de los pueblos de la península ibérica prerromana que describo en este blog. El primero fué la no tan mítica Tarteso. Aquí la tienes.

Tarteso es una región dominada por una cultura. Los tartesios son, pues, un pueblo de la península.

Además, aunque no son un pueblo de la península, están también unas gentes que siempre andaba por aquí, comerciando con nosotros y trayendo constantemente todo tipo de avances desde oriente. Son los que le pusieron nombre a la península: Y-spn-y (los fenicios no tenían vocales). Si lo leéis, suena algo así como «íspani», palabra que los romanos transformaron en «Hispania». Son nuestros amigos, los grandes marineros, los grandes comerciantes: los fenicios. También tienen un post completamente dedicado a ellos en este blog: Los fenicios en la Península Ibérica.

Y eso es todo

Si habéis leido hasta aquí, considero este post un éxito rotundo.

¡Muchas gracias! Ya sabéis…

No os rindáis nunca.

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