Litha: celta de adopción y pagana por definición

Litha es celta, sí. Está claro, pues es uno de los ocho eventos que componen la Rueda del Año de este pueblo. Pero no debemos olvidar que, sobre todo, Litha es pagana hasta las mismas raíces de su ser. Esta fiesta del solsticio de verano es, además, antiquísima. Muchos investigadores creen que se celebra desde una época anterior al neolítico. A lo largo de los tiempos, muchos pueblos han festejado Litha en honor al verano, a las cosechas y al astro rey que lo hace todo posible.

La Litha celta forma parte de la rueda del año de este pueblo.

De la misma manera que Yule se corresponde con el solsticio de invierno, Litha se corresponde con el solsticio de verano. Se trata del día más largo, de la noche más corta… el 21 de junio.

¿Qué es la Litha celta?

Litha siempre ha sido una fiesta del fuego. Sus tradiciones proceden de muchos pueblos distintos, pues la mayoría de las culturas antiguas celebraban el solsticio de verano como un gran acontecimiento. Los celtas no iban a ser menos y en la Litha celta, entre muchas otras cosas, había hogueras y había bailes. Durante esta fiesta, al igual que sucedía en Samaín y Beltanne, algunos saltaban sobre las hogueras, ya que se creía que hacerlo daba buena suerte.

Pero os diré una cosa: yo he vivido todo esto. La magia del pasado nos ha llegado, a través de los tiempos, hasta el día de hoy. Esta fiesta, renombrada como Noche de San Juan, se sigue celebrando, año tras año, por todo lo alto. Desde pequeñito me ha fascinado esta noche y la magia que se siente en el aire durante ella. Siempre ha sido un momento del año muy especial.

Los fuegos de la Noche de San Juan

¡Las hogueras! Esta fiesta está indisolublemente unida a las hogueras. Ya desde antiguo se encendían multitud de fuegos durante esta celebración. Hoy se siguen haciendo, decenas, cientos, miles de lumbres. Hogueras por todas partes. En aquellos tiempos pretéritos se pensaba que las cenizas resultantes de las brasas de estos fuegos que ardían durante esta noche mágica poseían poderes protectores. A veces eran utilizadas sobre las tierras de cultivo, para favorecer las cosechas. Otras veces eran llevadas por los propios celtas, en saquitos, a modo de talismán.

Litha / San Juan es la noche de las hogueras.

El agua, tan importante y simbólica para los celtas, también estaba presente en esta celebración. Tanto mujeres como hombres se bañaban en ríos y lagos con el objetivo de renovarse, purificarse o incluso ser más fértiles.

Los celtas recogían hierbas y otras plantas durante esta noche, pues creían que el solsticio multiplicaba su poder. También se adornaban con guirnaldas y coronas de flores. Con las pequeñas flores amarillas de la hierba de San Juan confeccionaban gorros.

Por último, Litha era una celebración donde se hacía el amor al aire libre, alrededor de las hogueras. Os puedo asegurar que esto se sigue haciendo a día de hoy en las playas. Antiguamente se cantaba, se bailaba y se relataban historias alrededor de las hogueras. Todas estas cosas también se siguen haciendo. En una de mis fuentes leí que los celtas además les daban las gracias a los dioses. Eso no. Eso ya no se hace.

Alegre imagen representando las características de la Litha celta.

La Litha celta es una noche mágica

La magia reina en la noche de San Juan. En tiempos pretéritos, la gente creía que las plantas que florecían o germinaban durante el solsticio tenían ciertas cualidades especiales, o bien poderes curativos y sanadores extraordinarios. Este hecho está presente en las leyendas de muchas criaturas de nuestro folclore. Vamos a poner un ejemplo: el de los minairós.

Los minairós, o manairóns son diminutos duendecillos que existen en la zona de Cataluña y en todas las tierras que lindan con los Pirineos. Estos peligrosos e ínfimos seres nacen de una planta que solo florece el día de San Juan a medianoche. Son las «herbas de mianirons» y nuevos miembros de esta minúscula raza llegan al mundo en ese momento. Su origen está, pues, ligado a la magia de la noche del solsticio de verano.

Pero esta noche tan mágica también está entretejida con las leyendas de muchas otras criaturas. Podríamos mencionar a los cuélebres de la mitología asturiana y leonesa, que solamente duermen durante esta noche. Y, al mencionarlos a ellos, también debemos nombrar a sus ayalgas, bellísimas damas encantadas, secuestradas por los cuélebres y obligadas a hacerles compañía y entretenerlos con su canto y con su música.

Bella pintura de un baile alrededor de una hoguera de Litha

El rey roble y el rey acebo

Para muchos pueblos europeos, el rey Roble gobierna durante la mitad luminosa del año. En Yule, el rey Acebo le arrebata el trono hasta la llegada del verano, cuando, durante la festividad de Litha, el Rey Roble recupera su corona.

Litha es, pues, cuando tiene lugar una batalla entre la luz y la oscuridad en la que vence el Rey Roble. Durante cada solsticio, estos dos seres míticos luchan por el poder y el equilibrio cambia. El Rey Roble, que representa la luz del día, gobierna, tras su victoria en Litha, desde el solsticio de verano hasta el de invierno.

De la Litha celta a la Noche de San Juan

Litha es antiquísima, como hemos dicho. Se cree que se celebra desde antes del neolítico. Es decir, que se lleva celebrando desde siempre. ¿Desde siempre? Bueno, en realidad no. Cuando el cristianismo ya había conquistado por completo el corazón del imperio romano, en el siglo IV, el emperador bizantino Teodosio se empeñó en perseguir a todos aquellos que practicaban cultos paganos. Esto sucedió cuando el cristianismo fue declarado religión oficial del Imperio Romano de Oriente y Occidente, con el Edicto de Tesalónica

Pero las fiestas paganas se resistieron a morir y nuestra Litha celta es uno de los ejemplos más significativos. Fue renombrada por el cristianismo, y su leyenda fue reemplazada por el relato bíblico de San Juan Bautista, un santo que tiene una cierta relación con las hogueras y que había nacido, según la Biblia, el 24 de junio. Sin embargo, no fueron eliminados los ritos paganos de fuego y de agua, ni en su aspecto ni en su desarrollo. Como tantas otras fiestas paganas, solo se cambió su envoltorio, pero no su alma ni su contenido.

Las festividades de la rueda de la vida

En el calendario celta hay ocho fiestas, cuatro de ellas más grandes e importantes; todas acordes a los ciclos agrícolas y ganaderos. Cada una tiene su significado. Estos eventos son:

  • Samaín: Esta, que dura tres noches con sus días, mientras la luna está llena en el cielo, es una gran fiesta y es un momento de transición. Con samhain comienza un nuevo año y lo hace por su mitad oscura.
  • Yule: El solsticio de invierno, Yule, tiene lugar entre el 21 y el 22 de diciembre (en el hemisferio norte). En esta noche, la más larga del año, se celebra el momento a partir del cual la luz comienza a recobrar su poder.
  • Imbolc: A comienzos de febrero nacían los corderos y las ovejas producían más leche. Era el momento de consagrar los rebaños a la diosa que le da nombre a esta fiesta, y de solicitarle la fertilidad de los campos, de los animales y de las propias mujeres.
  • Ostara: En esta fiesta se le da la bienvenida a la primavera y se anticipa la llegada de la vida, que tendrá lugar durante la importantísima Beltane.
  • Beltanne: Es un evento muy importante. Significa «Fuego brillante» o «El buen fuego» y es, junto con Samaín, una de las dos fiestas más importantes de la rueda de la vida. También es uno de los tres festivales del fuego que hay en el calendario de los celtas y con él nace, de forma oficial, la parte luminosa del año.
  • Litha: Es la fiesta que hoy nos ocupa.
  • Lughnasad. Significa «el casamiento de Lugh». Suele celebrarse el día uno de agosto y era la festividad más agraria. Es una fiesta creada por y dedicada al dios Lugh.
  • Mabón: La última de las fiestas de la rueda del año, antes de retornar a Samaín de nuevo.

Y hasta aquí con la fiesta de Litha. ¡Disfrutad de las hogueras!

En la próxima fiesta de la rueda de la vida, que es Lughnasad, habrá otra newsletter especial y otro post como este.

Sin embargo, por ahora, me despido.

¡Muchas gracias por leerme!

Ya sabéis. Sentid, vivid…

Y no os rindáis nunca.

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