Mouros, los misteriosos y desconocidos constructores de castros y mámoas. Vamos a conocer al pueblo mítico que poblaba las tierras que hoy son Galicia antes de la llegada del ser humano.

Para hablaros de los mouros, primero debo desviarme un poco, muy poco, del tema. ¿Habéis visto el documental Un país en la mochila? Si habéis tenido esa suerte, habréis asistido a una conversación entre José Antonio Labordeta y Tomás Vega, en la que este último comenta lo siguiente:
«Las leyendas más atractivas son aquellas que se refieren a los mouros. Los mouros son aquellos señores que, de alguna forma, catalizan lo que es la prehistoria de Galicia. Cuando no sabemos quien hizo una cosa, porque la historia no nos lo dice, decimos que fueron los mouros.»
La palabra mouro viene del latín «maurus» y significa «de color oscuro». Pero este vocablo es, además, el nombre por el que se conoce a una de las razas de seres fantásticos más importantes de la mitología gallega.
Los mouros son seres fascinantes del folclore de Galicia. Y no solamente de su folclore, pues descubriremos innumerables topónimos de la geografía gallega que contienen la palabra mouro y moura, como es el caso de Chan da moura, Eira dos mouros o el castro de Penedos dos mouros, solo por poner algunos ejemplos.
Muchos de estos lugares aún conservan la leyenda que les ha otorgado ese nombre, pero esa es otra historia, y será relatada en otra ocasión.

Los mouros, esos grandes desconocidos
Se dice que esta raza habitaba las tierras gallegas antes de la llegada de la raza humana y se les atribuye la construcción de mámoas, castros y otros restos megalíticos, siendo estos lugares, muy a menudo, entradas a sus dominios subterráneos.
Sin embargo, son criaturas muy poco conocidas por los actuales habitantes de las tierras que me han visto nacer. Algunos se lo atribuyen al conflicto que generó el vocablo con el que se designaba a los musulmanes durante la reconquista, que es un termino muy posterior. Si esto es cierto, eso quiere decir que a la gente le confunde la coincidencia de ambas palabras y eso les lleva a perderles el respeto a estas criaturas ancestrales.
Sea cual sea el motivo, lo cierto es que prácticamente todas las criaturas de nuestra rica mitología tienen sus rasgos muy bien marcados y son descritas de manera muy gráfica en numerosos textos y tradiciones. Los mouros no.
Si mencionas a un mouro, la gente no visualiza nada. Esto tiene explicación, pues muy pocas fuentes mencionan su aspecto. Además, las pocas que si lo hacen dan datos vagos y contradictorios. Hay leyendas que dicen que son gigantes y también otras que no. También hay fuentes que los describen con la piel oscura mientras que otras afirman que tienen la piel clara y el cabello rubio.
Personalmente he decidido aprovecharme de este hecho. Uno de los personajes principales de mis novelas (la primera de las cuales saldrá durante este año) pertenece a esta raza. ¡Y he podido permitirme el lujo de darle el aspecto que me ha dado la gana! Tienes una magnífica ilustración de este personaje al principio de este artículo. Es obra de Libertad Delgado, una fantástica ilustradora.
De todas maneras, he respetado aquello en lo que coinciden todas las fuentes y leyendas, y esto es que los mouros son criaturas físicamente parecidas a los humanos, que tienen la piel de color negro o terroso y que viven bajo tierra en su propio reino subterráneo. Queda en todos los casos muy clara la vinculación de estos seres con la tierra y con la roca y no se puede evitar establecer un paralelismo y una similitud con los dvergar de la mitología nórdica.

Vida y obra de los mouros
¿Crees que hemos acabado con los misterios? No. Para nada.
Todo esto que te acabo de contar podría explicarse diciendo, sencillamente, que son criaturas sobre las que existe poca documentación. Nada más lejos de la realidad, pues la personalidad y las costumbres de los mouros sí que están muy bien definidas y documentadas.
Viven en guaridas, cuevas y túneles bajo tierra, donde se dedican a la forja, al comercio y a la creación de todo tipo de objetos. También cavan túneles, buscando los metales que tanto necesitan, haciendo más grande aún su imperio subterráneo. Muchos relatos dicen que todos sus objetos están hechos de oro, aunque no se aclara si buscan este mineral a la vieja usanza o se trata del «oro mágico» tan común en los relatos sobre seres fantásticos en estas tierras.
También poseen fama de guardianes de fabulosos tesoros, que constituyen el origen de la riqueza de varias familias humanas, pues les encanta hacer tratos con nuestra raza. Aquí entra de nuevo el concepto del «oro mágico», pues pagan con oro la ayuda o los servicios prestados por los seres humanos.
Algo muy común en las leyendas de nuestra tierra es que los mouros exijan que el mortal no revele la procedencia del oro. Si este no cumple su palabra, el precioso metal se transformará en carbón o en piedras.

Tienen pues, los mouros, la fama de ser guardianes de fabulosos tesoros.
Os dejo aquí un pasaje de mi primera novela en el que se describe a un mouro. Recordad que no tiene ningún valor histórico ni está fundado en descripción popular alguna. Más que nada, porque, como ya he explicado, tales descripciones no existen.
Timmy descubrió la pequeña entrada de un túnel en una de las paredes del montículo. Estaba flanqueada por todo tipo de rocas. De repente, se dio cuenta de que una de las más grandes era, en realidad, un individuo que guardaba la entrada.
Timmy se detuvo, sorprendido. Lo que veía era un ser exótico y poderoso, con la piel del color y la textura de la negra y fértil tierra de estos parajes bañados por el mar.
El exótico individuo estaba a la sombra, sentado en una piedra, delante de la entrada al pequeño túnel que se adentraba en la mámoa. Este ser tenía el torso desnudo, mostrando una musculatura impresionante. En la parte inferior de su cuerpo parecía llevar una especie de faldita de cuero y cota de malla. Era la primera vez que Timón veía algo semejante. Del cinturón que ajustaba esta prenda colgaba un martillo de buen tamaño, que, sin embargo, parecía más una herramienta que un arma.
―Vaia, vaia, así que un pequeño trasno obsesionado con el verde ha venido a robarme mis tesoros ―dijo este individuo, de repente.
Tenía una voz tan extraña como su manera de hablar. Daba la impresión de que esa voz hubiese salido de una gruta, pues tenía una cualidad resonante. Sin embargo, aunque extraña, era una voz agradable.
―¡Qué bien! ¿Eres uno de esos espíritus subterráneos ancestrales que construyeron los castros? ―preguntó Timmy, entusiasmado.
―¡Son!
Se levantó de la piedra en la que estaba sentado y se colocó frente a Timmy, cruzando los fuertes brazos sobre el pecho. En ese momento, el hombrecito pudo verlo bien. Era impresionante. Su piel era casi negra y sus ojos eran de un rojo muy intenso. En cada uno de sus poderosos antebrazos lucía no menos de seis gruesos brazaletes de oro con diseños espirales y geométricos.
Timmy observaba todo esto, sin ocultar su fascinación. Al fornido individuo no pareció importarle. Tenía el cabello blanco y peinado en una larga trenza. Su espesa barba, blanca también, estaba peinada en cuatro trenzas adornadas y sujetas con adornos de oro. Los aros de la cota de malla que se veía sobre la faldita de cuero parecían ser del mismo material.
―¡Madre mía, tienes las manos y los pies muy grandes! ―Timmy no cabía en sí de gozo, como cada vez que veía algo que le parecía interesante.
En efecto, los pies de este ser eran grandes y curtidos, de piel muy gruesa. Esto podía apreciarse perfectamente porque, al igual que Timón, iba descalzo. Sus manos eran grandes también, además de muy fuertes, como pudo apreciarse cuando dejó de cruzar los brazos.
―¡Qué interesante eres! ―exclamó Timmy, mientras daba saltitos y dudaba si acercarse o no al oscuro ser. Su curiosidad luchaba en un combate a muerte con su instinto de supervivencia.
―¡Non digas parvadas, home! *
El individuo tenía la estatura de un hombre adulto, pero su solidez y el volumen y calidad de su musculatura le conferían sin duda alguna el peso de dos hombres juntos. Parecía enorme al compararlo con Timmy.
―¡No tengo ni idea de lo que me has dicho! ―exclamó este último, desternillándose.
Las risas de ambos, entrelazadas, crearon un mágico momento de complicidad que hizo desaparecer la poca tensión que podía haber en ese lugar, en esa tarde de otoño.
* ¡No digas tonterías, hombre!
David Das Tebras. La hija de la Ayalga.

La Mourindade, los salones subterráneos de los mouros
El Diccionario de los seres míticos gallegos describen la Mourindade como la «nación encantada de los moros, hoy soterrados, escondidos bajo tierra y bajo peñas que ellos saben abrir y cerrar mediante puertas que nosotros no vemos».
A pesar del gran respeto que siento por esta obra, que es una de mis innumerables fuentes de documentación, opino que si los mouros no están definidos físicamente y permanecen nebulosos en este aspecto en la mitología de Galicia, tanto más lo estarán sus dominios subterráneos.
Eso me ha dado un libertad artística y creativa enorme a la hora de recrear la Mourindade en mis novelas y es algo que agradezco muchísimo. Sus posibilidades, como las de la propia raza de los mouros, son infinitas.
Lo que sí es cierto, documentado e indudable es que muchas localidades gallegas poseen leyendas con una característica común, siendo esta que bajo un castro cercano se halla una ciudad de los mouros.
En todas estas leyendas los lugareños tienen tratos con los habitantes de dicha ciudad moura y, en algunas ocasiones, como en el caso de la leyenda de la «ciudad de mouros» que hay bajo el castro de Oureille, en Verea (Ourense), los lugareños logran entrar en ella, solamente para descubrir que salir no es tan fácil como entrar.

Conclusión
Los mouros son, tal vez, los seres míticos más importantes de Galicia. Sin embargo, si os sucede como a mí y os apasiona la rica mitología de esta misteriosa y hermosa tierra, hay muchas más entidades legendarias gallegas a las que he dedicado un artículo. Aquí las tenéis:
- La Santa Compaña.
- Las mouras.
- Los trasnos.
- A sociedade do oso (La Sociedad del Hueso)
- La procesión das Xas
- Los tardos.
- El olláparo.
- As lavandeiras.
- El meniñeiro.
- El sumicio.
- El diaño burleiro.
- El demo rumudo.
- El papón.
- El Urco, o Can do Mar.
- El nubeiro.
Si lo que queréis es conocer a los seres míticos de cualquier otra mitología de la península o bien de cual quier otra nación celta, podéis encontrarlas todas aquí:
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Un abrazo enorme. Muchas gracias por leerme.
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2 ideas sobre “«Las mejores leyendas son las que hablan de los mouros»”
Muy curioso el tema. Hace poco en una conversación uno comentaba que «Noseque» de mouros había sido conquistada por los moros (musulmanes). Sitio bastante al norte y poco probable que sucediese. Como hacía poco que había leido esto pude comentar cosas sobre el mouro, buscamos y efectivamente, el toponimio no tenía nada que ver con los musulmanes.
Gracias, sigue así.
¡Muchísimas gracias a tí!
Pues si, en Portugal, en Galicia, en Asturias y en León hay varios cientos de topónimos con la palabra mouro y moura a causa de estos seres fantásticos, y no de los musulmanes. Muchos de ellos conservan la leyenda que lo atestigua.